Everglades, de oasis de naturaleza a desafío del centro migratorio ‘Alligator Alcatraz’

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Un cartel que advierte sobre animales peligrosos en el Parque Nacional Everglades, cerca de Miami, Florida, EE.UU., el 12 de agosto de 2025. EFE/EPA/Cristobal Herrera-Ulashkevich

agosto 13, 2025

Al suroeste de Miami, donde la jungla de asfalto avanza sin pausa, el humedal de los Everglades resiste como último bastión de naturaleza. Este ecosistema de biodiversidad única se ha convertido por sorpresa en protagonista de la batalla antimigratoria en Florida (EE.UU.), obligando a paralizar las obras en el centro de detención para migrantes conocido como ‘Alligator Alcatraz’.

Con una extensión de más de 610 mil hectáreas, los Everglades son el refugio de al menos 400 tipos de aves y más de veinte especies en peligro de extinción o amenazadas, según la Unesco, que lo describe como “un santuario” en el que confluyen una amplia diversidad de hábitats.

Sin embargo, este ecosistema fue el lugar elegido por el Gobierno estatal que lidera el republicano Ron DeSantis para levantar un centro de detención para migrantes con capacidad para 3 mil personas, que abrió sus puertas el mes pasado.

La apertura dio lugar a múltiples protestas por las condiciones bajo las que vivían los migrantes, pero fue una demanda por el posible impacto ambiental del centro de detención lo que provocó que una jueza ordenara el pasado jueves detener la construcción de nuevas infraestructuras en el centro durante catorce días.

La magistrada, que no entró a valorar la cuestión migratoria, admitió el posible efecto “irreparable” para el medioambiente que tendría el centro sobre el ecosistema que lo rodea.

Esta organización ambiental está detrás de la demanda que paralizó las obras en ‘Alligator Alcatraz‘, que según Samples ponían en peligro los humedales de la zona, además de a especies amenazadas como la pantera y el murciélago de Florida.

El centro de detención fue erigido en poco más de una semana en un aeropuerto abandonado en la Reserva Nacional Big Cypress, pero ante las críticas, DeSantis argumentó que todas las instalaciones se habían levantado sobre el asfalto ya existente, negando así cualquier impacto para el ecosistema.

Un extremo que rechazó Samples, quien aseguró: “Ya hemos documentado daños en el lugar. Sabemos que se han colocado cerca de 8 hectáreas de nuevo pavimento y asfalto. También sabemos que hay nueva iluminación que se puede ver desde unos 24 kilómetros de distancia”.

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